domingo, 29 de marzo de 2009

Conmovedor mensaje a los argentinos

Este mensaje fue leído en un programa de televisiòn por cable por el periodista Oscar Gonzalez Oro, hace algunos días. Desde que se dio a conocer ha tenido amplia difusión y no deja de reflejar una realidad que nos toca a todos de cerca e invita a la reflexión.
Es de origen mejicano y se ha adaptado con el propósito, entiendo, de mostrar (y mostrarnos), como somos hoy los argentinos.
Vale la pena; no solo su contenido, sino, y especialmente, plantearnos como haremos para intentar corregir nuestras conductas.



CONMOVEDOR MENSAJE A LOS ARGENTINOS



Una reflexión para todos nosotros, que somos argentinos.
La creencia general fue que Menem nos robo. Se decía que De la Rua era un inútil, que no servía; que Duhalde era mafioso; que con Kirchner volvieron los montoneros y ahora Cristina no sirve para nada.
Por eso estoy empezando a sospechar que el problema no esta en Menen, De la Rua, Duhalde, Kirchner o Cristina. El problema esta en nosotros…
Si, nosotros como pueblo, nosotros como materia prima de un país.
Porque pertenezco a un país donde la viveza criolla es la moneda que siempre es valorada, tanto o mas que un dólar.
Un país en donde hacerse rico de la noche a la mañana es una virtud más apreciada que formar una familia a largo plazo, basada en valores y respeto por los demás.
Pertenezco a un país donde, lamentablemente, los periódicos jamás se podrán vender como se venden en otros países, en maquinas donde uno paga por un solo ejemplar y saca un solo periódico dejando los demás en donde estaban.
Pertenezco a un país en donde los delincuentes tienen más derechos que las victimas, donde la justicia deja en libertad a los violadores. Pertenezco a un país donde la gente festeja si consigue robarse la señal de televisión por cable; un país donde la gente hace todo lo posible para no pagar o pagar menos impuestos.
Pertenezco a un país donde la impunidad es un hábito, en donde no hay interés por la ecología, en donde las personas tiran la basura en las calles y luego le reclaman al gobierno por la falta de limpieza publica.
Un país donde no existe la cultura por la lectura, donde no hay conciencia ni memoria de la política y no hay interés por la economía, porque solamente interesa la pelea entre Maradona y Riquelme.
Pertenezco a un país donde las licencias de conducir, los certificados médicos e incluso hasta la ciudadanía argentina puede comprarse sin hacer ningún tipo de examen.
Pertenezco a un país donde puede subir un anciano o una mujer con un niño en brazos y la persona que viene sentada en el asiento especial para estas personas simula estar durmiendo para no dárselo, y si alguien le reclama se levanta para golpearla. Un país donde el derecho de paso es para los automóviles y no para el peatón.
Un país en donde la gente esta llena de faltas pero disfruta criticando a sus gobernantes y a los políticos. Mientras más le digo ladrón a Menem, inútil a De la Rua, mafioso a Duhalde, montonero a Kirchner e inoperante a Cristina, mejor soy yo como persona a pesar de que ayer compre discos y ropa trucha.
Mejor soy yo como argentino a pesar de que esta mañana estafe a un cliente o perjudique a mis empleados al no pagarles sus horas extras trabajadas.

BASTA!!!!!
Por favor, Basta!!

Como materia prima de un país tenemos muchas cosas buenas, pero nos falta mucho para ser los hombres y mujeres que nuestro país necesita; porque esos defectos, esa viveza congénita, esa deshonestidad, esa falta de calidad humana es lo que nos tiene real y francamente engañados a los argentinos.
Lo siento mucho. Porque aunque pase este gobierno el próximo deberá seguir trabajando con la misma materia prima defectuosa. Tenemos que erradicar primero los vicios que tenemos como pueblo y después empezar a cambiar nosotros mismos como argentinos.
Por eso es que nadie servirá. Ni sirvió Menem, ni sirvió De la Rua, ni sirvió Duhalde, ni Kirchner ni tampoco va a servir Cristina.
¿Que necesitamos? ¿Que vuelva la dictadura militar para que nos haga cumplir la ley con la fuerza por medio del terror y del miedo?
Aquí hace falta otra cosa, algo mas inteligente que cacerolazos, paros o piqueteros que corten nuestras calles o rutas. Necesitamos que todo esto cambie o seguiremos igualmente condenados, igualmente estancados. Y no importa para donde te vayas. Así viajes a Europa, a Estados Unidos o a China, siempre llevaras Argentina adentro tuyo. Si no modificas tu forma de pensar, estés donde estés, seguiremos perdidos. Porque es muy sabroso ser argentino y vivir como vivimos. Pero cuando esa argentinidad autóctona empieza a hacerle daño a nuestra posibilidad de desarrollo como nación, ahí la cosa cambia.
Después de este mensaje francamente pienso buscar al responsable, no para castigarlo, sino para exigirle, si… a exigirle que mejore su comportamiento. Es decir, buscar al responsable de que Argentina este mal. Estoy seguro que lo voy a encontrar esta noche cuando me vea en el espejo. Ahí estará. No necesito buscarlo en otro lado. Le voy a exigir, le voy a suplicar, si es necesario, que me ayude a hacer una Argentina mejor.
Gracias .

Desinteresado auxilio


Desinteresado auxilio

Una fría y lluviosa noche, como a las 23:30 de aquel 15 de febrero de 1965, una mujer mayor, de origen afroamericano, estaba parada cerca de una de las salidas en una autopista del estado de Alabama, en Estados Unidos, tratando de soportar la fuerte tormenta e intenso frio.
Su automóvil se había descompuesto y a ella le urgía, casi con desesperación, salir de allí y que la llevaran. Totalmente empapada, decidió hacer señas para intentar detener el próximo auto que apareciera. A pesar de todos los conflictos ocurridos durante los 60, un joven que era blanco se detuvo para ayudarla. El muchacho la sacó de aquella autopista, la llevó hasta un lugar seguro, la ayudó a obtener asistencia y aguardó a que pudiera tomar un taxi. Ella evidenciaba estar muy apurada. Le pidió y anotó la dirección al joven, le dio las gracias y se fue.
Había transcurrido una semana dese aquel hecho, cuando llamaron a la puerta de la casa del joven. Enorme fue su sorpresa cuando, al atender, un televisor color de pantalla gigante le fue entregado por correo en su casa. Con el venia una nota especial adjunta al paquete. Esta decía: "Muchísimas gracias por ayudarme en la autopista la otra noche. La lluvia anegó no sólo mi ropa sino mi espíritu. Entonces apareció usted. Gracias a usted, pude llegar al lado de la cama de mi marido agonizante, justo antes de que muriera. Dios lo bendiga por ayudarme y por servir a otros desinteresadamente.

Sinceramente: La Señora de Nat King Cole.