martes, 5 de mayo de 2009

Donde buscamos la felicidad?



Poco antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendes para hacer una travesura. Ellos sabían que el hombre habría de existir y seria la mayor de todas las creaciones.
Entonces, uno de ellos dijo: "Debemos quitarle algo, pero, ¿Que le quitaremos?"
Después de mucho pensar, uno sostuvo: "Ya se! vamos a quitarle la felicidad. Pero el problema es donde esconderla para que no la pueda encontrar". El primero propuso:
"Vamos a esconderla en el monte mas alto del mundo".
A lo que inmediatamente otro retruco: "No, recuerda que el hombre tiene fuerza, y que alguna vez alguien puede subir y encontrarla; y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde esta".
Luego, propuso otro: "Entonces, vamos a esconderla en el fondo del mar". Y otro contesto: "No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y la encontrara".
Uno mas dijo: "Escondamosla en un planeta lejano a la Tierra". Pero le respondieron: "No, recuerda que tiene inteligencia, y un día alguien va a construir una nave para viajar a otros planetas y la va a descubrir; y entonces todos tendrán felicidad".
El ultimo de los duendes, que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas, dijo: "Creo saber donde ponerla para que realmente nunca la encuentre".
Todos preguntaron al unisono: "¿Donde?".
El duende respondió: "La esconderemos dentro de el mismo; así estará tan ocupado buscándola fuera, que nunca la encontrara".
Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.

lunes, 4 de mayo de 2009

El tornillo



Algunas veces es un error juzgar algunas actividades simplemente por el tiempo que demandan realizarlas.
Un buen ejemplo es el caso del ingeniero que fue llamado para arreglar una computadora muy grande y extremadamente compleja...una computadora que valía 12 millones de dolares.
Sentado frente a la pantalla, oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuro algo para si mismo y apago el aparato.¨
Procedió a sacar un pequeño destornillador de su bolsillo y dio vuelta y media a un minúsculo tornillo.
Entonces encendió nuevamente la computadora y comprobó que estaba trabajando perfectamente.
El presidente de la compañía se mostró encantando y se ofreció a pagar la cuenta en el acto.
- "¿Cuanto le debo?" - Pregunto.
- "Son mil dolares, si me hace el favor."
- "¿Mil dolares? ¿Mil dolares por unos momentos de trabajo? ¿Mil dolares por apretar un simple tornillito?"
"¡Ya se que mi computadora cuesta 12 millones de dolares, pero mil dolares es una cantidad disparatada!"
"Le pagare solo si me manda una factura detallada que lo justifique."
El ingeniero asintió con la cabeza y se fue.
A la mañana siguiente, el presidente recibió la factura, la leyó con cuidado, sacudió la cabeza y procedió a pagarla en el acto, sin chistar. La factura decía:

Detalles de servicios prestados:

Apretar un tornillo ........................................... 1 dolar
Saber que tornillo apretar .................................... 999 dolares

El caballo en el pozo


Hace años, un campesino afrontaba serias dificultades para llevar adelante su explotación.
El hombre era dueño de algunos caballos que ayudaban en las tareas de su pequeña hacienda.
Un día, su capataz llega a verlo presuroso con la novedad que uno de los caballos había caído a un viejo pozo abandonado. El pozo era particularmente profundo, lo que haría igual de difícil sacar al animal de allí.
El campesino se dirigió de inmediato donde el accidente a fin de poder evaluar la situación. Al llegar, pudo comprobar que el caballo no estaba lastimado, pero de todas formas, intentar sacarlo de ese lugar seria no solo muy difícil, sino también muy costoso. Luego de meditarlo por unos minutos concluyó que no podría hacer frente al alto precio de la operación de rescate, por lo que debió tomar la difícil decisión de sacrificar al animal. Para esto, dijo al capataz que rellenaran el pozo con tierra hasta enterrar al caballo en el lugar.
Y así lo hicieron. Los peones comenzaron a arrojar paladas de tierra para llenar el pozo y cubrir al caballo.
Pero sucedió que a medida que la tierra caía sobre el animal este se sacudía, lo que hacia que la tierra se deslizara al fondo del pozo. Por cada palada que recibía el caballo era lo mismo: se sacudía, la tierra escurría y el animal se mantenía no solo al descubierto, sino que iba subiendo.
Los hombres se dieron cuenta que el caballo no se dejaba enterrar, sino, por el contrario, estaba subiendo hasta que finalmente logro salir del pozo.
Si Ud. esta "en el fondo del pozo", se siente poco valorado y que otros arrojan tierra sobre Ud., recuerde siempre al caballo de esta historia: sacudase la tierra, pise sobre ella y "salga del pozo". Sea el ejemplo.