martes, 25 de agosto de 2009

Que es Virtual?


El hombre entró apurado y con mucho apetito a un restaurante.
Escogió una mesa bien alejada del movimiento del lugar. Quería aprovechar los pocos minutos que tenia ese día, utilizarlos para comer y concretar algunas ideas de programación, de un sistema que estaba desarrollando; además, tenía ganas de comenzar a planear sus vacaciones, ya que desde hacía mucho tiempo no sabía lo que eran.
Dispuesto a no abandonar por completo su régimen de comidas, se decidió por un filete de salmón con alcaparras en manteca, ensalada y jugo de naranjas.
Abrió su notebook y al mismo instante se sobresaltó con aquella voz bajita y aflautada detrás de el:
- Señor, me da unas monedas?
- No tengo, pequeño.
- Solo una moneda, para comprar pan.
- Está bien, yo te compro uno.
Como de costumbre, su casilla de correos estaba llena de e-mails; quedó distraído leyendo poesías, mensajes de lo más variados, riendo con las ocurrentes bromas. Ahhh! Esa música lo llevaba a Europa, recordando un hermoso tiempo pasado.
- Señor, pida que le pongan al pan manteca y queso también!
En ese momento se da cuenta que el pequeño estaba a su lado.
- Ok, pero después me dejas trabajar, estoy muy ocupado, de acuerdo?
Llega la comida y con ella la realidad. Hace el pedido del pequeño, y el mozo pregunta si quiere que el niño sea retirado. El cargo de conciencia le impide tomar una decisión, y dice:
- No, está todo bien. Déjelo que se quede. Traiga el pan y una comida decente para el.
Entonces el niño se sentó frente a el y preguntó:
- Señor, que esta haciendo?
- Estoy leyendo e-mails.
- Y que son e-mails?
- Son mensajes electrónicos enviados por personas vía Internet.
Sabía que el difícilmente entendería nada, y para evitar mayores cuestionamientos dijo:
- Es como si fuese una carta, solo que se envía por Internet.
- Señor, usted tiene Internet?
- Si, tengo, es esencial en el mundo actual.
- Y que es Internet?
- Es un lugar en la computadora donde podemos ver y oír muchas cosas, noticias, música, conocer personas, leer, escribir, soñar, trabajar, aprender. Tiene todo, pero en un mundo virtual.
- Y qué es lo virtual?
Decide dar una explicación simplificada, con la certeza que él poco va a entender, y lo librará para comer su almuerzo sin culpa.
- Virtual es un lugar que imaginamos, algo que no podemos tocar, alcanzar. Un lugar donde creamos un montón de cosas que nos gustaría hacer. Creamos nuestras fantasías, transformamos el mundo en casi como quisiéramos que fuese.
- Que bueno, me gustó!!!
- Pequeño, entendiste lo que es virtual?
- Si señor, yo también vivo en ese mundo virtual.
- Y tu tienes computadora?
- No, pero mi mundo también es de ese estilo… virtual!!! Mi madre pasa todo el día fuera de casa, llega muy tarde y casi no la veo. Yo paso el día cuidando a mi hermano mas pequeño, que vive llorando de hambre, y le doy agua para que el piense que es sopa. Mi hermana mayor sale todo el día, dice que va a vender su cuerpo, pero yo no entiendo, pues ella vuelve siempre con su cuerpo. Mi padre está en la cárcel hace mucho tiempo. Y yo siempre imagino a toda mi familia junta en casa, mucha comida, muchos juguetes en Navidad, y me veo yendo a la escuela para ser un gran médico algún día.
- Eso no es virtual, señor?
Cerró su notebook, no antes de que sus lágrimas cayeran sobre el teclado.
Esperó a que el niño terminase literalmente de “devorar” su plato, pagó la cuenta y dió el cambio al pequeño, que le retribuyó con una de las más bellas y sinceras sonrisas que jamás había recibido en su vida, además de con un “Gracias, señor, usted es un maestro”.
Allí, en ese instante, tuvo la mayor prueba del virtualismo insensato y egoísta en que vivimos todos los días…

Las Cuatro Estaciones


Había un padre que tenia cuatro hijos. Todos ellos transitaban sus primeros años de adulto. El hombre siempre se había ocupado de instruir a esos hijos, aunque los pecados y apuros de juventud no dejaban de estar presentes. El buscaba que aprendieran a no juzgar las cosas rápidamente, sino que intentaba transmitirles la paciencia y observación que enseñan los años; entonces, los envió a cada uno por turnos a ver un árbol de peras que estaba a una gran distancia.
El primer hijo fue en invierno, el segundo en primavera, el tercero en verano y el más joven de ellos fue en el otoño.
Cuando todos habían ido y regresado, el los reunió y, juntos, pidió a cada uno que describiera lo que había visto.
El primer hijo mencionó que el árbol era horrible, doblado y retorcido.
El segundo dijo que no, que estaba cubierto de brotes verdes y lleno de promesas.
El tercer hijo no estuvo de acuerdo, dijo que estaba cargado de flores, que tenia aroma muy dulce y se veía muy hermoso, era la cosa más llena de gracia que jamás había visto.
El ultimo de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, el dijo que estaba maduro y marchitándose de tanto fruto, lleno de vida y satisfacción.
Entonces, el padre explicó a sus hijos que todos tenían razón, porque ellos habían visto solo una de las estaciones en la vida del árbol.
El les dijo a todos que no deben de juzgar a un árbol, o a una persona, por solo ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, el placer, regocijo y amor que viene con la vida puede ser solo medida al final, cuando todas las estaciones han pasado.
Si alguno se da por vencido en el invierno, habrá perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano y la satisfacción del otoño. El dolor de alguna estación no debe destruir la dicha del resto.
La vida no puede ser juzgada por solo una estación difícil. Perseverar a través de las dificultades y malas rachas nos asegura que mejores tiempos vienen por delante.

lunes, 24 de agosto de 2009

La Luciéenaga y la Serpiente


A menudo, solemos preguntarnos por qué determinadas personas no nos aprecian, e inclusive generan cierto ensañamiento hacia nosotros al punto que nos sentimos perseguidos, o por lo menos continuamente controlados.
Cuenta la leyenda, que una vez una serpiente comenzó a perseguir a una luciérnaga. Esta huía rápido de la feroz predadora y la serpiente al mismo tiempo no desistía.
Huyó un día y ella la seguía, dos días y la seguía…
Al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga se detuvo y dijo a la serpiente:
- “¿Puedo hacerte tres preguntas?”
- “No acostumbro dar esta posibilidad a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar”. – contestó la serpiente.
- “¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?” – preguntó la luciérnaga.
- “No”. – respondió la serpiente.
- “¿Yo te hice algún mal?”. – dijo la luciérnaga.
- “No”. – volvió a contestar la serpiente.
- “Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?”
- “Es muy simple: ¡¡¡Porque no soporto verte brillar!!!”