sábado, 17 de octubre de 2009

Después, Ya Nada es Igual


Cuando viniste a este mundo, ella te sostuvo en sus brazos. Tú se lo agradeciste gritando.
Cuando tenías un 1 año, ella te alimentaba y bañaba. Tú se lo agradeciste llorando la noche entera.
Cuando tenías 2 años, ella te enseñó a caminar. Tú se lo agradeciste huyendo de ella cuando te llamaba.
Cuando tenías 3 años, ella te hacía todas las comidas con amor. Tú se lo agradeciste tirando el plato al piso.
Cuando tenías 4 años, ella te dio unos lápices de colores. Tú se lo agradeciste pintando todas las paredes del comedor.
Cuando tenías 5 años, ella te vestía para las ocasiones especiales. Tú se lo agradeciste ensuciándote a más no poder.
Cuando tenías 6 años, ella te llevaba a la escuela. Tú se lo agradeciste gritándole: ¡NO VOY A IR!
Cuando tenías 7 años, ella te regaló una pelota. Tú se lo agradeciste arrojándola contra la ventana del vecino.
Cuando tenías 8 años, ella te trajo un helado. Tú se lo agradeciste derramándoselo sobre su falda.
Cuando tenías 9 años, ella té pagó unas clases de guitarra. Tú se lo agradeciste no practicando nunca.
Cuando tenías 10 años, ella te llevaba con el auto a todas partes: del gimnasio al partido de fútbol, de fiestas de cumpleaños, a otras fiestas. Tú se lo agradeciste cuando salías del coche y nunca mirabas atrás.
Cuando tenías 11 años, ella te llevó a ti y a tus amigos a ver una película. Tú se lo agradeciste diciéndole que se sentara en otra fila.
Cuando tenías 12 años, ella te aconsejó que no miraras ciertos programas. Tú se lo agradeciste esperando que ella se fuera de la casa.
Cuando tenías 13 años, ella te sugirió un corte de pelo que estaba de moda. Tú se lo agradeciste diciéndole que no tenía gusto.
Cuando tenías 14, ella te pagó un mes de vacaciones en el campamento de verano. Tú se lo agradeciste olvidándote de escribirle una carta.
Cuando tenías 15, ella venía de trabajar y quería darte un abrazo. Tú se lo agradeciste cerrando con llave la puerta de tu habitación.
Cuando tenías 16, ella te enseñó cómo manejar su coche. Tú se lo agradeciste usándoselo todas las veces que podías.
Cuando tenías 17 años, ella esperaba una llamada importante… Tú se lo agradeciste, hablando por teléfono toda la noche.
Cuando tenías 18, ella lloró en la fiesta de tu graduación de la escuela. Tú se lo agradeciste estando de fiestas hasta el amanecer.
Cuando tenías 19 años, ella te pagó la cuota de la universidad, te llevó en coche hasta el campus y cargó tus maletas. Tú se lo agradeciste diciéndole adiós desde fuera del dormitorio, así no te sentirías avergonzado ante tus amigos.
Cuando tenías 20 años, ella te preguntó si estabas saliendo con alguien. Tú se lo agradeciste diciéndole: 'A Ti no te importa eso'
Cuando tenías 21 años, ella te sugirió algunas carreras para tu futuro… Tú se lo agradeciste diciéndole: 'No quiero ser como Tú.'
Cuando tenías 22, ella te abrazó en la fiesta de graduación de la Universidad. Tú se lo agradeciste diciéndole si te podía pagar un viaje a Europa.
Cuando tenías 23, ella te dio algunos muebles para tu primer departamento. Tú se lo agradeciste diciéndoles a tus amigos que los muebles eran feos.
Cuando tenías 24, ella conoció a tu futura esposa y le preguntó sus planes para el futuro. Tú se lo agradeciste con una mirada feroz y le gritaste: '¡Cállate!'.
Cuando tenías 27, ella te ayudó a pagar los gastos de tu boda y llorando te dijo que te amaba muchísimo. Tú se lo agradeciste mudándote por la mitad del país.
Cuando tenías 30, ella te dio algunos consejos para cuidar al bebé. Tú se lo agradeciste, diciéndole que las cosas son diferentes ahora.
Cuando tenías 40, ella te llamó para recordarte el cumpleaños de tu Papá. Tú se lo agradeciste diciéndole que estabas muy ocupado.
Cuando tenías 50, ella se enfermó y necesitó que la cuidaras. Tú se lo agradeciste leyendo sobre la carga que representan los padres hacia los hijos.
De repente, un día...,
Ella silenciosamente MURIOOOO.......!!!!. Y todas las cosas que nunca hiciste cayeron como un rayo sobre tus hombros.
Tomémonos un momento para rendir honor y tributo esa persona que llamamos MAMÁ.
No hay sustituto para Ella. Alegra cada momento. Aunque a veces no parezca la mejor de las amigas, aunque quizás no concuerde con nuestra manera de pensar, aún así…
¡Es nuestra Madre!
Ella estará allí para ayudarte siempre: con tus dolores, tus penas, tus frustraciones.
¿Has limitado tu tiempo para estar con Ella, para escuchar sus quejas, para oír de su cansancio?
Sé prudente, sé generoso y muéstrale el debido respeto, aunque tú pienses diferente de Ella.
Si aún está contigo, disfrútala. Si ya no está, recuérdala. Y por sobre todo, que cada día de tu propia existencia sea una oportunidad para decirle: ¡FELIZ DÍA, MAMA!

Un Dia Normal



Mamá y Papá estaban mirando la televisión cuando mamá dijo: “-Estoy cansada, es tarde, me voy a la cama”.
Fue a la cocina a preparar el pan de las tostadas de la mañana siguiente.
Puso en remojo los recipientes de las palomitas de maíz consumidas frente al televisor, sacó la carne del freezer para la cena del día siguiente, controló si había suficiente cereal, llenó la azucarera, puso las tazas, cucharitas y platos del desayuno en la mesa y dejó todo preparado y listo para servirse.
Puso la ropa húmeda en el secarropa, la ropa sucia en el lavarropas, planchó una camisa y cosió un botón. Recogió los juguetes, puso a cargar los teléfonos celulares de ella y papá y guardó la guía telefónica.
Regó las plantas, ató la bolsa de basura y tendió una toalla.
Bostezó, se desperezó y se fue al dormitorio.
Se paró un momento para escribir una nota a la maestra, contó y guardó el dinero para el regalo de cumpleaños del compañerito de colegio y levantó un libro que estaba debajo de la silla.
Firmó una tarjeta de felicitación para un amigo y colocó la dirección en el sobre, escribió una nota para la niñera y colocó todo junto a su bolso.
A continuación, mamá se lavó la cara con sus toallitas, se puso crema anti-arrugas y se lavó los dientes.
Papá gritó: “-Pensé que te habías ido a la cama”.
“-Ya me acuesto”, dijo ella.
Puso un poco de agua en el bebedero del perro y sacó al gato al balcón, cerró la puerta con llave y apagó la luz de la entrada.
Dio una mirada a los niños, les apagó las luces y el televisor y se detuvo a orar unos minutos por ellos. Recogió una camiseta, tiró las medias a la canasta de ropa y habló con el mayor que estaba todavía estudiando.
En su habitación, puso el despertador, preparó la ropa para el día siguiente, ordenó mínimamente los zapatos. Añadió dos cosas a las cuatro de la lista de cosas urgentes y visualizó alcanzar sus propios objetivos.
En ese momento, papá apagó la televisión y anunció: “-Me voy a la cama”.
Y lo hizo, sin otros pensamientos…
Nada extraordinario... ¿VERDAD?
Demos gracias a Dios por tener a esas grandiosas mujeres: madre, abuela, esposa, hijas, hermanas, buenas amigas…
Y si no las tenemos, demos gracias a Dios que ya están con El.
A todas ellas, ¡FELIZ DIA!

viernes, 9 de octubre de 2009

Nadie...


Nadie alcanza la meta con un solo intento, ni perfecciona la vida con una sola rectificación, ni alcanza altura con un solo vuelo.
Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces, ni recoge cosecha sin probar muchos sabores, sembrar muchas semillas y abonar la tierra.
Nadie mira la vida sin acobardarse en varias ocasiones, ni se mete en el barco sin temerle a la tempestad, ni llega a puerto sin remar muchas veces...
Nadie siente el amor sin probar sus lágrimas, ni toma las rosas sin sentir sus espinas.
Nadie llega a la otra orilla sin haber construido balsas o puentes, ni puede juzgar sin conocer primero su propia debilidad.
Nadie consigue su ideal sin haber pensado muchas veces que perseguía un imposible, ni conoce la oportunidad que pasa por su lado y la deja ir.
Nadie encuentra el pozo del placer hasta caminar por la sed del desierto.
Pero nadie deja de llegar cuando tiene la claridad de un don, el crecimiento de su voluntad, la abundancia de la vida, el poder de realizarse y el impulso sobre si mismo, ni deja de alcanzar sus metas cuando realmente se lo propone.

Paulo Coelho